jueves, 22 de marzo de 2007


Una noche de perros - Hugh Laurie

El actor de House, en la cima del éxito, publica en España esta excelente novela negra que escribió antes de saltar a la fama. Thomas Lang es un ex policía, y ahora pistolero a sueldo, una suerte de mezcla entre antihéroe policiaco y filósofo trasnochado. Un día recibe la visita de un tal McClusky, quien le ofrece cien mil dólares por asesinar a Alexander Woolf, un empresario americano. Indignado, Lang rechaza el encargo, y decide en cambio advertir a la víctima del peligro que corre: una buena acción que no quedará impune. A partir de ese momento el protagonista se verá inmerso en un torbellino de mentiras, corrupción y violencia, que lo obligará a machacar unas cuantas cabezas con la estatuilla de un Buda, medir su ingenio con multimillonarios malvados y dejar su vida (entre otras cosas) en manos de un grupo de femmes fatales; todo esto mientras intenta salvar a una bella dama y evitar un baño de sangre a escala mundial.



«Tuvimos una alarma de bomba en el vuelo a Praga. Ni rastro de la bomba, pero sí mucha alarma.

Nos acomodábamos en nuestros asientos cuando se oyó la voz del piloto por el equipo de megafonía interior, que nos decía que desembarcáramos lo más rápido posible. Nada de “Damas y caballeros, en nombre de British Airways” o algo por el estilo. Sólo salgan del avión echando leches.

Esperamos en un salón lila, con diez sillas menos que pasajeros y sin música, donde tampoco se podía fumar. Yo, sí. Una mujer de uniforme y un quintal de maquillaje me dijo que lo apagase, pero le expliqué que era asmático y que el supuesto cigarrillo era un dilatador bronquial e hierbas que debía consumir cada vez que me encontraba en una situación estresante. Todos me odiaron, los fumadores incluso más que los no fumadores.»



Capítulo Uno

Imagínate que tienes que romperle el brazo a alguien.El derecho o el izquierdo, da lo mismo. La cuestión es que tienes que rompérselo, porque si no lo haces... bueno, eso tampoco importa mucho. Digamos que ocurrirán cosas peores si no lo haces.Mi pregunta es la siguiente: ¿le rompes el brazo de prisa —crac, vaya, lo siento, deje que lo ayude con este cabestrillo de emergencia— o alargas todo el proceso durante sus buenos ocho minutos y vas aumentando la presión poquito a poco, hasta que el dolor se convierte en algo rojo y verde y caliente y frío y, en su conjunto, absolutamente insoportable?Pues eso. Por supuesto. Lo correcto, la única opción correcta, es acabar cuanto antes. Rompe el brazo, sírvele una copa, sé un buen ciudadano. No hay otra respuesta.A menos...A menos, a menos, a menos... ¿Qué pasa si odias al tipo que está al otro extremo del brazo? Me refiero a que lo odias de verdad...

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